Pensando el titulo de esta nota, me vino a la mente la frase que alude a la «fe del carbonero». Luego fue indagar sobre esta expresión más o menos popular que habla de la voluntad casi irracional que impulsa a alguien a alcanzar un objetivo. En ese ejercicio encontré en el oráculo de la internet una columna del jurista y sociólogo César Rodríguez Garavito, en la que el autor expone el probable origen de la frase, lo cual transcribo: «viene de una anécdota célebre en la España del siglo XV, que involucraba a un trabajador del carbón.
—¿Tú en qué crees?—, le preguntaron al carbonero.
—En lo que cree la Santa Iglesia— respondió.
—¿Y qué cree la Iglesia?
—Lo que yo creo.
—Pero ¿qué crees tú?
—Lo que cree la Iglesia…»
De lo anterior se deduce que la frase tiene una connotación negativa en cuanto excluye toda racionalidad y alude más bien a quien conduce su acción según prejuicios. Tal vez esa interpretación histórica no sea suficiente para dar contenidos al adagio comentado. En otra perspectiva la «fe del carbonero» puede dar cuenta del triunfo de la voluntad que persigue una utopía que en sí misma es una irracionalidad puesto que utopía es un lugar que no tiene lugar, pero que hace que la humanidad avance hacia una sociedad mejor.
Pues bien el amplio preámbulo es para resaltar la labor de un pequeño grupo de ciudadanos del común que hace unos meses abrazaron la tesis de que era menester revocar el mandato del alcalde Manolo Duque.
No pocos los calificaron de loquitos desocupados o fletados por las fuerzas políticas que perdieron el debate electoral, otros mas benévolos los tildaron de soñadores. En mi caso, desde el surgimiento de la idea opiné que tal iniciativa era y es lo más importante que sucede en la política de la ciudad. Ni los blandengues pronunciamientos del Concejo, ni las efímeras propuestas que salen de la Alcaldía tienen el alcances y el poder transformador que tiene la idea de revocar que empujan estos ciudadanos de a pie encabezados por Roberto Pérez.
Ellos no necesitaron de las tulas de los financistas, ni de las maquinarias de los políticos, ni pidieron permisos a los caciques o a los opulentos empresarios que dicen ser dueños de Cartagena por derecho divino, hereditario o quizás por cuenta de las prosaicas transacciones mercantiles en que se convirtieron las elecciones. No. Estaban convencidos y actuaron con fe en los propósitos y los ideales.
Ahora que ya la Registraduría ha certificado que el comité promotor de la revocatoria cumplió con los requisitos legales, salen a la palestra los mecenas del statu quo a intentar desmotivar a la ciudadanía que reclama cambios. Dicen ahora que esa revocatoria no va para ninguna parte y que esa es una batalla perdida, etc. Quieren sumirnos en el pesimismo y piensan que todos somos tontos o borregos. Guardo la esperanza de que no tengan razón.
El proceso revocatorio impulsado por el comité llamado «Porque la ciudad manda» nos deja una lección valiosa: Siempre es posible y mejor intentar los sueños, porque si le ponemos fe, los sueños pueden ser realidad. El camino está marcado por estos conciudadanos valerosos y esforzados. Debemos impulsar el evento democrático de la revocatoria, lo digo con convicción ética de cartagenero, y en esa contienda debemos darle la victoria a la revocatoria. Esa es una causa justa.
* Abogado especialista en Derecho Administrativo y candidato a Maestría en Derecho con énfasis en Derecho Público.