A su llegada ayer a la Casa de Nariño, el Papa Francisco pidió «no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación», para lo cual les hizo a los presentes, y por intermedio de estos a todos los colombianos – una solicitud expresa y tajante: «los animo a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad».
«Todos somos necesarios para crear y formar la sociedad», advirtió con determinación el Sumo Pontífice; «esta no se hace solo con algunos de ‘pura sangre’, sino con todos».
Y poco después, desde el balcón del Palacio Cardenalicio de la Catedral Primada de Bogotá, bendijo a miles de jóvenes, lo que ha hecho con evidente entusiasmo durante los recorridos que ha realizado en su papamóvil por decenas de calles y avenidas de la capital del país.
Los excluidos y marginados del barrio Ceballos de Cartagena, sin embargo, no podrán ver siquiera, desde sus humildes viviendas, el helicóptero donde el Obispo de Roma llegará a Contecar, en cuyas instalaciones oficiará la tradicional misa campal.
En un hecho que ha causado la indignación de la comunidad, a lado y lado de la Avenida de Acceso Rápido a Mamonal: la vía por donde deberán transitar muchas las 380 mil personas que asistirán a la misa, se instalaron centenares de vallas de más de dos metros de alto que sitiarán literalmente a la comunidad del populoso barrio de la Ciudad Heroica.
«Nos quieren encerrar como si fuéramos unos animales salvajes para que el Papa y la comunidad internacional no nos vean», publicaría el líder cívico Alberto Escobar en su cuenta en Facebook.
Para la presidenta de la Junta de Acción Comunal de Ceballos, Martha Angulo Zapata, quien a nombre de los ceballeros ha rechazado lo que califica como una perversa estigmatización, lo inquietante es que, a pesar de una supuesta orden de la Alcaldía para que se desmontaran las vallas, durante la noche de ayer han continuado instalándolas.
«Parecemos presos en nuestro propio barrio», manifestó la líder comunal, «rechazamos este encerramiento y la actitud de las personas que vienen al frente de la organización de la parte logística y de seguridad de la visita papal».
La posible razón del singular hecho, de acuerdo con lo que se ha podido establecer, es que a alguien con poder de mando en Cartagena se le debió ocurrir que había que evitar que los asistentes a la misa campal observaran los cordones de miseria que circundan el lugar donde el líder espiritual muy seguramente hablará de la inequidad y las injusticias sociales, así como en Bogotá el máximo jerarca de la Iglesia Católica dijera un día antes que «que la inequidad es la raíz de los males sociales» y abogara por «leyes justas» que ayuden a superar los conflictos que «han desgarrado» al país.
Para un funcionario cuyo nombre aún permanece en el anonimato, por lo visto nadie debía mirar durante su tránsito hacia Contecar a «aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados», como premonitoriamente dijera el Papa en la sede de la Presidencia de la República.
Reacciones
Al enterarse del rechazo de la comunidad de Ceballos al cerco al que literalmente los habían sometido y, en general, al conocer la indignación causada en amplios sectores ciudadanos, el alcalde encargado de Cartagena, Sergio Londoño Zurek, publicó en su cuenta en Twitter que la «@AlcaldiaCTG no autorizó tipo de vallas usadas en Ceballos. @CorpoturismoCTG y Alcaldes Locales ya están en la zona hablando con comunidad».
También a través de Twitter, el presidente del Consejo Territorial de Planeación, Miguel Caballero Villarreal, expresó: «Cartagena desigual, una nueva forma de ocultar la pobreza». Y el director del colectivo Control Visible, @Pontifex_es pregone mensaje de inclusión y en Cartagena suceda todo lo contrario @AlcaldiaCTG @sergiolonzu».
o se entiende quePor su parte, el expersonero y actual Asesor Departamental para el Postconflicto, Jorge Cárcamo Álvarez, publicó en su cuenta en Facebook: «El Papa dice que miremos a los ojos de los pobres, que en ellos encontraremos una luz de verdad, humanidad y dignidad. Aquí (en Cartagena) los ocultamos con vallas para hacerlos invisibles. Creen que el Papa solo vino hablarle al mundo de los ricos. ¡Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen!»
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