Hace años viene haciendo campo en el gremio cultural y académico colombiano el concepto de Economía Naranja e Industrias Creativas. Hasta ahí, todo va bien: reconocer que los bienes artísticos hacen parte de la productividad y que aportan al PIB de un país no está mal y parece ser inofensivo. Sin embargo, la filigrana en el análisis nos arroja otro panorama, más aún si de la filosofía de estas categorías parte la redacción del Proyecto de Ley 104 del 2015, también llamado Ley Naranja o Ley de Economía creativa.
Tomar consideraciones verdaderas y sensibles para ciertos sectores y luego llegar a conclusiones y propuestas venenosas ha sido el modus operandi de las élites nacionales. Así, de esta manera, es concebido el desafortunado Proyecto de Ley: usa como premisa el olvido al que es sometida la cultura nacional para proponer un proyecto que la desnaturaliza y la entrega a los avatares del mercado financiero, cada vez más especulativo e inestable.
El senador del Centro Democrático Iván Duque es el proponente del desacertado proyecto y su base teórica viene cimentada desde su vinculación al Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Pero no se puede ser tan mamerto y descalificar de entrada el proyecto por venir de dos organizaciones tristemente célebres: el Centro Democrático y el BID. De hecho, nada aportaríamos al debate. Así que entremos en materia.
En el artículo cuatro del Proyecto de Ley se menciona la participación de los gremios artísticos en la elaboración de la Ley Naranja, sin embargo ni en la redacción, ni en los debates en el Congreso se les tuvo realmente en cuenta. A esto le sumamos que dejando por fuera todos los colectivos culturales, el proyecto establece que el Consejo Nacional de la Economía Naranja quedará constituido por los ministros de Hacienda, de Trabajo, de Educación, de las TIC y de Cultura; por los directores de Planeación Nacional, del Dane y del Sena, y por los presidentes de Bancoldex, Procolombia y Findeter. Los tecnócratas decidiendo y reglamentando cómo decidirán por un sector al que han maltratado. ¡Terrible!
El arte y la cultura son procesos heterogéneos. Complejos. No tienen necesariamente una responsabilidad en la sociedad. Aún así, han logrado transgredir esquemas; cultivado el sentido crítico, humanizado, conmovido; representado aspectos culturales y espirituales de poblaciones y etnias. Incluso la cultura del entretenimiento, de la que hacen parte los videojuegos y la moda, son susceptibles de construir sobre estos valores. Sin embargo, por la misma heterogeneidad de las artes y esta última, no pueden ser metidos en el mismo saco de “actividades creativas” generadoras de propiedad intelectual. ¡Peligroso y homogeneizador!; además de poner en peligro las dinámicas culturales cuyos modos de producción son diametralmente diferentes al Enterteiment: las particularidades de las primeras estriban en sus tiempos de concepción, procesos de ensayos y la labor creativa, aprendizaje y perfeccionamiento. Algunos solo ofrecen una experiencia efímera de apreciación estética, pero salvaguardan tradiciones orales, escritas y sincretismos de poblaciones que muchas veces solo tienen el arma de su identidad como motor de supervivencia en un mundo donde la globalización no se concerta, se impone. Los segundos son procedimientos más industriales, producen en masa para un mercado más amplio. Aunque esto no le garantiza ninguna ventaja. Toda industria debe ser financiada y en Colombia no precisamente este es el modelo. Incluso la mencionada ley, en materia de presupuesto, más que de inyección de capitales habla de créditos a entidades financieras: Bancoldex, Findeter y Procolombia. Los estudiantes hoy endeudados con el Icetex pueden hablarnos de las ‘bondades’ de este sistema.
El empaquetamiento de estos dos sectores como actividades creativas, sin mencionar sus especificidades, es calculado para vender humo al artista. Mencionar las cifras millonarias que mueve el entretenimiento a escala mundial es mostrarle el pan desde la televisión al profesional del arte que es maltratado y olvidado por el estado. Al tiempo le enquistan la carreta del emprendimiento cultural como sofisma para quitar la responsabilidad a las instituciones de proteger la cultura a través de la financiación estatal.
El senador Duque sabe que, ante el bajo rendimiento de los sectores tradicionales de la economía, la rentabilidad a través de la especulación en el arte ha sido una manera de perpetuar el dominio financiero de las élites mundiales y así prepara la legislación colombiana. Todo esto precedido por la reducción de los fondos del Ministerio de Cultura en casi un 50%. La inversión que hace el gobierno es la vergonzosa cifra de 0.16% del presupuesto nacional. Así, ni el arte, ni la cultura ni el entretenimiento del país tienen futuro. Obliga a la búsqueda desesperada de la renta en un ambiente adverso que desnaturaliza todo proceso.
La discusión está sobre la mesa y hay que darla. Principalmente por parte de artistas, académicos y gestores y organizaciones culturales. Crear empresa y rentabilizar es correcto, pero fomentado y con garantías, con inversión en la gente y creando políticas públicas que estimulen, no que sigan reproduciendo el esquema carnicero de las competencias desiguales.
Coletilla: Sin que se suscriban a mis ideas, estas líneas deben mucho a excelentes discusiones con Catalina Vela, Dina Candela y Camille Louis.
* Dj de músicas mestizas, productor de eventos artísticos, gestor cultural,cofundador del Centro Cultural Ciudad Móvil, codirector de MestizaBit Colectivo
– Cierre de la Zona U, ¿y la escena musical qué?
– De persecusiones y libertades
Alfonso Rce Morales
Excelente reflexión. Vale la pena que ante la Red Cultural de Educadores y ante el Cobsejo Distrital de Cultura podamos conversarlas. Te cursaré invitación.
Cordialmente
Lic Alfonso Arce Morales
alfonsoarce2007@yahoo.es
Jorge Villa
Es necesaria la apertura de un Diálogo fuerte, que genere un rechazo Total a la muerte inminente que nos amenazan. URGENTE. ¿Cómo convocarla? ¿ Cómo detener esta masacre?
Abraham loaiza potes
Buenos dias a todos mis amigos artistas: lo que ya sabemos todos, o casi todos; pero no hacemos nada por cambiar, es la falta de union entre los artistas. Cada cual hace y camina por dode quiera y por eso es que pasa lo que pasa, y si no cambiamos esa forma egoista de pensar y actuar, nunca nos van a ver como lo que somos y mucho menos nos vamos a ganar el respeto del gobierno. No es de ahora; el presupuesto para la cultura siempre a sido el mas paupérrimo de la historia de colombia. Si empezaramos por comgregarnos en algun sitio, para al menos crear un censo real, donde nos conozcamos un poco, o al menos tengamos un conocimiento básico de cada uno de nosotros, hariamos más presion en contra del maltrato hacia nuestro gremio de artistas, que venimos siendo maltratados, olvidados, atropelladas y que trabajamos el arte sea en el área que sea; nos tendrían que escuchar. Una sola golondrina no hace verano.
pedro
artistas…. que mas da