Por Miguel Antonio Martínez Coronado *
“Algo muy grave va a suceder en este pueblo”. Así se llama uno de los cuentos escritos por nuestro nobel de literatura García Márquez, y lo traigo a colación precisamente por la “algarabía en la aldea” -como diría mi profesor de ciencias políticas, Dr. Juan Dáger Nieto – que encontré en la ciudad de Cartagena luego del puente festivo del mes de enero de 2017.
Y hablando de profesores encuentro una columna del también profesor Danilo Contreras Guzmán, de quien tengo las mejores referencias de tipo académico y quien es unas de las voces que se une a la algarabía, con la polvareda armada en torno a una iniciativa de revocatoria del mandato, entendiendo esta como un derecho político por medio del cual los ciudadanos pueden dar por terminado el mandato que le han conferido a un gobernador o a un alcalde.
Este se fundamenta en el principio de soberanía popular, el cual, si bien es cierto proporciona a los votantes una continua oportunidad de tomar una decisión democrática sobre quien los gobierna, ya que no solo tienen una oportunidad de elegir cada cuatro años a las personas que las representan sino también de mantener un grado de control sobre la decisión de su duración en el cargo, no es menos cierto que el mecanismo de revocatoria podría ser empleado irresponsablemente, además de ser utilizado por los partidos políticos como un arma política contra el rival de los titulares. Para el caso de Cartagena hay una solicitud de revocatoria que obedece a intereses personales y políticos, lo que va en contravía de lo descrito por Aristóteles en la génesis de la palabra ‘revocatoria’, la cual proviene del latín «revocare» y se relaciona con el francés «rappeler» (‘derogar’). Aunque el antecedente primario de este instituto parece ser el voto de confirmación al que se sometían los magistrados en la antigua democracia ateniense.
Pero retomando el hilo de Ariadna, recalco el interés particular existente en dicha iniciativa, no en la iniciativa per se, teniendo en cuenta que una de las integrantes que aparece como promotora también hizo parte de mi vida académica, esta vez no como docente sino como compañera de estudios: la Dra. Zobeida Julio, la cual paradójicamente trabajó también en el Plan de Emergencia Social, sede administrativa de la cual hace parte el suscrito como asesor externo, entidad mencionada en la columna por el Dr. Danilo Contreras, y quienes -coincidentemente y no coincidencialmente – hacían parte del comité político de uno de los candidatos a la Alcaldía de Cartagena que perdieron en los pasados comicios, lo cual denota que dicha iniciativa estaría tan maculado como el candidato derrotado, el cual pretende, al mejor estilo del cuento de Gabo, que «algo muy grave va a suceder en este pueblo”, donde al levantarse una mujer añosa les dice a sus hijos que cree que algo grave va a suceder en el pueblo, y a partir de esta frase, como una bola de nieve, el mundo se transforma en el presagio anunciado y todos los males se desatan en el imaginario pueblerino. “Supiste que en este pueblo va a pasar algo”, y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: – Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa – y entonces la incendia y otros incendian también sus casas. A lo cual la señora añosa exclamó: – ¿Viste, mijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?».
Estas son las denominadas ‘profecías auto cumplidas’, que a peso de apreciaciones personalísimas, exageraciones, delirios nihilistas, autómatas y sin discernimiento pretenden de manera maquiavélica disparar tragedias, guerras y odios en el imaginario colectivo. Pero que -particularmente – sostengo y estoy seguro de que el pueblo cartagenero, en estas calendas, no está para comer cuento.
* Abogado especialista en Contratación Estatal – Asesor Jurídico en el Sector Público.
KATERINE ARZUZA JIMENEZ
totalmente dacuerdo con usted Dr Miguel, los Cartageneros no vamos a comer cuento por los intereses particulares de unos pocos sobre los intereses de la gran mayo ria que si estamos confiados en la elección que hicimos y que sabemos que no ha sido fácil Administrar a una Ciudad que en los últimos años ha venido arrastrando problemas que en un año que es lo que va de la Administración n se va a resolver, dejemos trabajar que para la Ciudad vendrán Proyectos liderados por esta Alcaldía que Beneficiaran a todo un pueblo.
danilo contreras
Apreciado amigo MIguel, sea lo primero agradecer la lectura que has hecho de mi reciente nota y la referencia que haces a ella y mi persona. Solo un par de precisiones: 1. En el artículo de mi autoría señalo con claridad que: «Mi opinión no adhiere a ningún bando pero intenta aportar elementos de análisis que ya están sobre la mesa». Para tu tranquilidad tiendo a creer que la inscripción del comité de revocatoria es precipitada y prescinde de un análisis riguroso y objetivo. Un asunto tan serio no puede someterse a caprichos o antipatías personales. 2. No tengo jefes políticos, ni los he tenido, aspiro a no tenerlos. He ayudado con mi voto y opinión a algunos proyectos como cualquier ciudadano, sin que con ello nadie pueda decir que dirige mi criterio y opiniones, de modo que las conclusiones que deduces son equivocadas pues repito, no hago parte de ninguna campaña por la revocatoria del alcalde y es poco probable que lo haga pues no veo un lider o proyecto que pudiese tener una propuesta clara para afrontar un escenario de revocatoria.
Deploro que las criticas que efectivamente tengo en relación con algunos temas relacionados con el gobierno, no hallan merecido tu análisis, lo cual hubiese apreciado mucho pues se de tu seriedad. Tengo como actitud hacer critica inclusive en administraciones de las cuales he hecho parte, pues siempre lo hago con la mejor buena voluntad, por que no hacerlo en relación al alcalde Duque si en mi opinión esta cometiendo errores que aún puede corregir.
Francisco Javier Ochoa Galeano
El pensamiento critico y objetivo a veces lo pone a uno a recular a uno, hasta de nuestras mismas convicciones
«Un Hombre sin importancia»